Como una suerte de cronista trasnochado Michael Houellebecq nos golpea con “Ampliación del campo de batalla”, primera novela de la denominada trilogía de Occidente (Ampliación del campo de batalla, Partículas elementales y Plataforma), donde el desencanto, la depresión existencial, el nihilismo y la falta de espiritualidad se conjugan en un texto sin grandes ambiciones, como una suerte de polaroid desteñida de la propia vida.
El protagonista es un informático recién entrado a la treintena, que debe asesorar al ministerio de agricultura francés en la incorporación de softwares administrativos. En esta labor lo acompaña Tisserand, un feísimo perdedor, que no hace más que intentar ligar con lo que se mueva, llegando al nivel de lo psicopático.
“Desde el punto de vista amoroso Véronique pertenecía, como todos nosotros a una generación sacrificada. Había sido, desde luego capaz de amar; le habría gustado seguir siéndolo, se lo concedo: pero ya no le era posible. Fenómeno raro, artificial y tardío, el amor solo puede nacer en condiciones especiales, que pocas veces se reúnen, y que son de todo punto opuestas a la libertad de costumbres que caracterizan a la época moderna.” Houellebecq se empapa de la conceptualización Lipovetskyana y lleva a sus personajes a un paroxismo hipermoderno, donde la relativización y la moda van dictando las pautas de lo que conocemos como sociedad.
Ahora bien, Ampliación del campo de batalla deja un sabor bastante raro al momento de leerla: no es una mala novela, pero tampoco es una realmente buena. No quedas con ganas de releerla, pero si de citar pasajes.
Creo, que como todas las novelas de Houellebecq que han pasado por mis manos, tiene un gran comienzo y un lúcido final, pero un desarrollo más bien pobre, tedioso, cargado de ripios innecesarios que terminan por adormecer un texto con potencialidades épicas.
Tampoco hay que desconocer que Houellebecq es uno de los pocos escritores que se atreven a adoptar una posición político-social clara y consecuente, apuntando sus dardos contra la sociedad del bienestar, burguesa y liberal en un delirio tremendista y a veces panfletario muy bien logrado.
“Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la "ley del mercado".”
Me quedo con el agridulce de haber visto reflejado el nihilismo yuppie que hoy hace a nuestra sociedad vacía, el desinterés cansado de lo llamamos hipermodernidad, el “No future for me” en la pluma punk y voyeurista del último panzer camino al infierno.
El año 2003 publiqué mi primer libro llamado “Debut y Despedida” por editorial “La Cáfila”. Fui locutor y colaborador de radio Placeres y por estos días me dedico a hacer la crítica literaria para Rockaxis, Rude Boys Zine, El Ciudadano y ser la voz de DelSoliloquio, banda que mezcla el rock con poesía.
Aparte de esto, tengo un gran interés por el cine, la estética, la estilística y la fotografía. Ver más
